Parque San Juan Playa.

PISANDO HIERBA A CUATRO PATAS.

Cuando más aprendo, más disfruto contigo....

Despertaba el sol y creo que nuestros canes ya sentía lo que les esperaba en este nuevo día. Como el oscilar de agudo a grave en una melodía, subía y baja mi perro, deseando coger su correa e ir al punto de encuentro.

Allí estábamos todos, llenos de sonrisas y pintando la calle de rojo. Uno a uno subíamos a nuestros coches  emprendiendo la marcha, al hermoso parque de San juan Playa, con cierta lentitud, puesto que la hilera de coches seguía al primero que nos guiaba en el camino.

Pie a pie, nuestros socios iban entrando, sintiendo la hierba, el sol, la brisa del viento. Todos nuestros canes rebosaban de felicidad, batían de un lado a otro sus colas, creo que no fui la única en sentir, que nuestros propios canes parecían brotes de aquella naturaleza.


Buscábamos un lugar idóneo para dar nuestra clase rutinaria y que ha demás la gente pudiera apreciar el trabajo diario que hacemos en nuestra escuela. Dimos con aquel lugar, en donde los perros corrían alborotados, felices y sin ninguna preocupación, donde los guías hablaban los unos con los otros, desprendiendo sonrisas, no cabía duda este era nuestro momento, nuestro lugar idóneo.

Fila de uno y comenzamos, fus, uno, dos, sit....

El eco de nuestro adiestrador resonaba en el parque, impartía consejos, habilidades, experiencias, animaba a la gente a unirse y no fueron pocos los que preguntaron por nosotros. Mientras tanto la pista de Agility se iba descargando, colocando cada pieza de esta en el lugar adecuado para la ejecución de unos grandes saltos.

 Estrenaba la pista nuestro gran campeón Ares, que nos hacia sentir grandes ráfagas de viento a su alrededor, guiado por la mano de Andres Martínez, que solo con subir un brazo ya se integra en una conexión con él.
Seguidamente, saltaban los demás canes, creerme si os digo, que aun no he visto perro que no disfrute con esta actividad, parecen tan felices, tan dispuestos a saltar cualquier altura que se les interponga en su camino, de avanzar hasta llegar el final y conseguir un gran abrazo, un premio, un juguete o simplemente ver la sonrisa que desprende su guía al comprobar lo bien que lo ha hecho.

El retumbar de un gran aplauso daba final a esta magnifica mañana, preguntándose todos cuando llegaría la próxima escapada de casa.



Una vez más Agility Gos, dejaba su pequeña huella marcada sobre la hierba.





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